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Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

martes, 23 de noviembre de 2021

Sonrisa reticente

Siempre tuve una reticencia
a esbozar una gran sonrisa.
Me inunda más la impotencia
de lo que puedo reconocer
por tantas veces parecer
que estoy más muerto
que vivo.

Por eso, el paso del tiempo,
me hizo crear un escudo
contra mis fútiles intentos
de revertir la concavidad
privada de tal normalidad
que es tantas veces
mi boca.

Por eso hablo a veces tanto
para decir tantas cosas
que con mis músculos callo.
No me gusta ir hiriendo,
pero de veras no prospero
en parecer un poco
más humano.

Tengo una gran tolerancia
a lo que llaman felicidad.
Le resto gran importancia
a las razones más buenas
y sumo sin vehemencia
la razón más pequeña para
romper la balanza.

Por eso muchas veces sonrío
en los peores momentos
y por eso lloro como un crío
cuando quizás no debería,
porque deberían las sonrisas
ser el tema principal
de la canción.

Soy un caos total de persona,
tanto que hasta he afirmado
como si fuera un vil dogma
que estaba destinado a morir
habiendo sido el más infeliz
durante el resto
de mi vida.

Y soy el mejor en esperanzas,
mas el peor en expectativas.
Mi realidad supera por goleada
a las ficciones de mi cabeza,
a las ficciones de mis poemas
donde nada parece
lo que es.

Y ya me vi como el Lazarillo,
un antihéroe conformista.
Pero veo que hay suspiros
con los que no se ahogan
los gritos de mis derrotas:
es la unión más fuerte
de mis ilusiones.

Mas confieso que hace meses
que me veo con otros ojos.
Muchas sentencias de muerte
no matan tanto como creemos.
Palabras forjadas en un infierno
lleno de nubes de pura
furia y rabia.

Sigo sin tener mi mejor sonrisa
pero confieso que me acostumbro.
Jamás podre llorar de alegría
pero quizás las mejores ocasiones
son ahora que mis acciones
me llevan por los caminos
más alegres.

Sigo sin tener mi mejor sonrisa,
pero empiezo a tener un prototipo
en el que la gente ahora confía,
al menos la que me importa.
Descubrí qué personas
merecen más la pena
en este mundo.

No creo en que mi vida esté 
condenada a la infelicidad
y más desde que alcancé
la libertad de sentimiento
de la que mis tormentos
se encargaron siempre
de privarme.

Lo confieso: jamás tendré
la mayor y más pura sonrisa.
Pero creo en lo feliz que seré
con las compañías adecuadas
en la senda tan alocada
a la que llamamos
vida.

Tengo una gran tolerancia
a lo que llaman felicidad.
Por eso es de suma importancia
el hecho de que contigo
la vida sea tal delirio
de sonrisas, poemas
y abstracción.

Siempre tuve una reticencia
a esbozar una gran sonrisa
para prevenir la violencia
que me la arrebatara.
Ahora está salvada,
al estar en tus manos,
querida Dafne.

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