-->
Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

viernes, 16 de septiembre de 2022

Ernesto Ventura: Madrid-París

Te conocí en uno de esos lugares,
donde comienzan los mejores historias:
recital de poesía en Chueca.
Y es que, donde hay arte, hay pasión,
hay lujuria, hay oscuros deseos
de tener una noches de jadeos,
de hacer sombras chinas
de posturas del Kamasutra
en un hostal cutre del centro.
Y allí estabas tú para convertirte
en el mejor poema de la noche:
ese que en tu cuerpo iba a escribirte.

Te pusiste a mi lado, con tus vaqueros rotos,
tu chaqueta de cuero y esas mechas que debiste
de hacerte hace muchos meses atrás.
Nos miramos y vi el misterio envuelto en tus ojos
y unos labios que decían "Inaccesible".
Pero yo sé, quizás de tanto rimar,
que el que la sigue, la consigue
y que la noche acababa de empezar.

Te invité a una copa, empezamos a charlar.
Hablabas rápido, como si alguien te fuera a callar
sin que tú le dieras permiso.
Pero tú eres libre, empoderada, insumisa,
eres el material perfecto para mis poesías,
y jamás te haría cerrar esos labios,
los cuales me pasé todo el tiempo mirando
sin saber exactamente qué estaban diciendo:
trabajos, rutinas, facturas y viajar en metro
no es buen material para hacer versos.

Pero el sentirte escuchada, y tras una copa,
sientes esa conexión mística que se repite
en mi vida todas las noches que estoy libre.
Por alguna razón, me pides mi Instagram,
cuando único perfil que quiero de ti
es el de tu cuerpo en medio de la oscuridad
abriéndose paso hasta mí.
Miro tus ojos y tus labios, y cambiaste de parecer,
así que comienzo a acercarme
y te susurro una frase sobre el destino
sabiendo que he roto tu hermoso arnés
y te lanzas a los misterios de mi abismo.

No hay segunda copa, pero sí un taxi
al hotel al que me propusiste ir.
La Plaza de Pedro Zerolo ya duerme,
pero tú estás libre, empoderada e insumisa
y lo dices cada vez que me clavas los dientes
en los labios, en el cuello, en el pecho...
Lo dices con cada prenda que dejas caer
y con la que descubres que mi poesía
hoy será una obra maestra:
tus curvas son una isla desierta
en la que naufragar mis dedos,
tus piernas son el sitio de recreo
en el que divertir a mi boca,
y tus pechos, con su danza hipnótica,
hacen que pierda noción de las horas.

La noche se va a dormir y llega el día
y ambos nos vamos con la sonrisa cómplice
pero sin saber bien qué decir.
Han pasado dos años, y no espero noticias,
aunque sigo sabiendo qué es de ti,
porque sigo viéndote en Instagram,
especialmente cuando dejas más descubierto
aquel cuerpo que por una noche fue mío,
y en el que dejé cientos de caminos
que en este tiempo se debieron borrar.

Hoy te vi en una foto en París,
en una sesión de fotos en la habitación
de un hotel con vistas a la torre Eiffel
y no pude evitar acordarme,
no pude evitar gratificarme,
no pude evitar plasmar en un papel
lo que aquella noche nos sucedió
juntos en aquel hotel de Madrid.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario