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Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

jueves, 29 de septiembre de 2022

Agnosticismo

Se quiebra mi fe un poquito más cada día:
no me creo nada de las noticias,
no me creo ya las redes sociales
no me creo a nuestros políticos,
con sus prácticas tan deleznables.
No me creo ya en las causas nobles,
porque muchos olvidan que lucrarse
no debe ser parte del proceso.

Se quiebra mi fe un poquito más cada día:
las amistades sobreviven bajo la premisa
de diván gratuito o de álbum de recuerdos.
Las flores que de joven planté con amor,
ahora se nutren de excusas y resentimiento.
No creo ya en los vínculos que guardo:
cada hilo en el ovillo de mi pecho
se llenó de mediocre cotidianidad.

Se quiebra mi fe con el paso de los años,
pero en tus manos, fenómenos extraños
propios de experiencias místicas suceden,
y creo en todo de lo que acabo de renegar.
Hace mucho que entendí que no soy creyente
de las imposiciones genéticas, de la nostalgia
en vena o de las mariposas en el vientre.
Pero por ti, apetece creer de nuevo...

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Terrores nocturnos

Mis terrores nocturnos comienzan mucho antes
de lo que muchos esperarían.
Es cerrar los ojos, observar la oscuridad
y pensar: "¿y si esto es todo lo que hay al final?
¿Estaré preparado? ¿Acaso alguien lo está?
¿Dolerá mucho o, acaso, estaré deseando que me llegue a pasar?"
Doy vueltas sobre la cama, culpa compartida
entre el tormento y el terrible calor.
Dormir, me temo, no es ya una opción. 

Y entre tanto giro, estiro una mano
y la dejo a merced de las sábanas
y empieza a parecer que algo la atrapa:
la nada que veo con los ojos cerrados
que oigo aun estando la noche en calma
coge tu silueta, tus ojos, tu sonrisa,
coge tu voz, tus lunares y tus manos frías
y me canta y se ríe 
y me lleva a mundos más allá de mis sueños,
más allá de esta vida, más allá de esta muerte,
y me arropa bien fuerte para que encuentre
el sueño que parecía que se me escapaba.

La vida sigue corriendo a nuestro alrededor
y los astros que nos suelen acompañar
hace tiempo que no tienen un sabor meloso.
Y sé que el paso del tiempo no los dejará de agriar
pero una vida contigo, tendrá dulzor suficiente,
tendrá amor fulgurante y la sensación tan relajante
de que siempre hay un motivo delante por el que no dejar de luchar.

viernes, 16 de septiembre de 2022

Ernesto Ventura: Madrid-París

Te conocí en uno de esos lugares,
donde comienzan los mejores historias:
recital de poesía en Chueca.
Y es que, donde hay arte, hay pasión,
hay lujuria, hay oscuros deseos
de tener una noches de jadeos,
de hacer sombras chinas
de posturas del Kamasutra
en un hostal cutre del centro.
Y allí estabas tú para convertirte
en el mejor poema de la noche:
ese que en tu cuerpo iba a escribirte.

Te pusiste a mi lado, con tus vaqueros rotos,
tu chaqueta de cuero y esas mechas que debiste
de hacerte hace muchos meses atrás.
Nos miramos y vi el misterio envuelto en tus ojos
y unos labios que decían "Inaccesible".
Pero yo sé, quizás de tanto rimar,
que el que la sigue, la consigue
y que la noche acababa de empezar.

Te invité a una copa, empezamos a charlar.
Hablabas rápido, como si alguien te fuera a callar
sin que tú le dieras permiso.
Pero tú eres libre, empoderada, insumisa,
eres el material perfecto para mis poesías,
y jamás te haría cerrar esos labios,
los cuales me pasé todo el tiempo mirando
sin saber exactamente qué estaban diciendo:
trabajos, rutinas, facturas y viajar en metro
no es buen material para hacer versos.

Pero el sentirte escuchada, y tras una copa,
sientes esa conexión mística que se repite
en mi vida todas las noches que estoy libre.
Por alguna razón, me pides mi Instagram,
cuando único perfil que quiero de ti
es el de tu cuerpo en medio de la oscuridad
abriéndose paso hasta mí.
Miro tus ojos y tus labios, y cambiaste de parecer,
así que comienzo a acercarme
y te susurro una frase sobre el destino
sabiendo que he roto tu hermoso arnés
y te lanzas a los misterios de mi abismo.

No hay segunda copa, pero sí un taxi
al hotel al que me propusiste ir.
La Plaza de Pedro Zerolo ya duerme,
pero tú estás libre, empoderada e insumisa
y lo dices cada vez que me clavas los dientes
en los labios, en el cuello, en el pecho...
Lo dices con cada prenda que dejas caer
y con la que descubres que mi poesía
hoy será una obra maestra:
tus curvas son una isla desierta
en la que naufragar mis dedos,
tus piernas son el sitio de recreo
en el que divertir a mi boca,
y tus pechos, con su danza hipnótica,
hacen que pierda noción de las horas.

La noche se va a dormir y llega el día
y ambos nos vamos con la sonrisa cómplice
pero sin saber bien qué decir.
Han pasado dos años, y no espero noticias,
aunque sigo sabiendo qué es de ti,
porque sigo viéndote en Instagram,
especialmente cuando dejas más descubierto
aquel cuerpo que por una noche fue mío,
y en el que dejé cientos de caminos
que en este tiempo se debieron borrar.

Hoy te vi en una foto en París,
en una sesión de fotos en la habitación
de un hotel con vistas a la torre Eiffel
y no pude evitar acordarme,
no pude evitar gratificarme,
no pude evitar plasmar en un papel
lo que aquella noche nos sucedió
juntos en aquel hotel de Madrid.

martes, 13 de septiembre de 2022

1249, 40

El olor a lluvia entra por mi ventana
y adereza el propósito de mis versos.
Los números no importan cuando amas,
pero no pueden faltar tampoco.
Cuando cada día es un regalo,
cuando el futuro solo se ve en tus ojos,
llevar la cuenta es innecesario
y, al mismo tiempo, imprescindible.

A cada día que pasa, tengo menos claro
sobre quién soy y quién debería ser.
Me pregunto si a cada día me voy superando
y si solía ser antes mejor.
Quiero ser digno de ti y me olvido siempre
de que no estarías aquí si no lo fuera.
Y me quedé ya sin versos que pudieran
enamorarte, cautivarte, sorprenderte...

Me quedan mis miedos, mis decisiones,
todos los aciertos y todos los errores
que estés dispuesta a tolerar.
Me queda la humildad de mirarte a los ojos
y saber que soy preso de tu bondad.
Que solo tú podrías llamarme Borjita,
porque eres la única que aún atisba
al niño que jamás dejó de soñar.
Que solo tú podrías reducirme a cenizas,
porque eres la parte de mi vida
que más soy capaz de amar.

Me quedan aún los besos y todos mis intentos
de que entiendas que jamás ganaré dinero,
ni reuniré suficientes astros del firmamento
que valgan lo que vale tu sonrisa.
Me quedan muchas fotos a ese pelo corto
que ahora llevas y que me enamora.
Me quedan ganas de seguirte explicando
que todo lo que digo no es exagerado,
sino que quiero de una forma muy intensa.

El olor a lluvia entra por mi ventana
y adereza el propósito de mis versos.
Contigo nunca me saldrán las cuentas:
siempre querré que pasemos otra mañana,
siempre querré prolongar nuestros versos,
siempre querré que tus lunares sean mis estrellas
y crear sobre ti el más hermoso firmamento.
Los meses pasan, te aseguro que aún llevo la cuenta:
contigo, eso siempre me valdrá la pena.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Hace diez años de mi primer golpe de efecto

Hace diez años ya de mi primer golpe de efecto,
de la primera vez que me sorprendí 
superando todos mis miedos,
teniendo una voluntad de hierro
y una pasión incandescente.
Hace diez años, cambiaron las reglas
y me encontré nuevos horizontes
en los que pude tocar las estrellas,
en los que la más valiosa meta
rra no olvidarme de ser feliz.

Recuerdo charlar con Cris y subir juntos
aquellas escaleras por primera vez.
Recuerdo la primera clase con Mar,
recuerdo empezar a recordar
nombres que jamás olvidaré,
sean para bien o para mal.
Recuerdo como me hice amigo de Amparo,
y como ella y Patri me vacilaban.
Recuerdo como dejaba poemas abandonados
para que otros me leyeran
cuando aún no sabía que era 
ni aprendiz de poeta.
Recuerdo que Andrea guardó en su agenda
aquel primer poema sobre París
y que me lo enseñaba siempre
haciéndome creer más en mí. 

Recuerdo los trabajos en la Biblioteca,
recuerdo los ratos por los pasillos,
aquel dia de huelga que fuimos cinco.
Me acuerdo de Jon, de Diego, de Inma
y de sus clases tan divertidas.
Aguayo aún me suscita respeto
y Luismi y Ricardo me siguen pareciendo
un desafío imposible de batir.
Añoro los debates con Mata, el culpable
de que en mi habitación guarde a Descartes,
A Kant, a Nietzsche, a Camus o a Sartre.
Pero, sin duda, es Mar, con o sin su pelo liso,
con sus chistes matemáticos
y con su amor por enseñar
aquella que me llevó mucho más allá. 
Hace diez años que le hice un sitio
que no habrá nadie que le pueda arrebatar.

Me acuerdo aún de mis compañeros,
fueran o no de mi clase.
A muchos les he perdido la pista,
Pero otros siguen siendo parte de mi vida
sin importar el tiempo que pase.
Podría dar nombres hasta hartarme,
podría dar apellidos sin equivocarme,
porque desde Aparicio hasta Villaverde,
siguen teniendo todos un hueco en mi corazón,
sigo teniendo un disco con una canción 
que guarda lo que eran cada uno entonces. 

Tengo aún la última orla colgada,
tengo un corazón de papel de Paloma,
una foto de Praga en la que Natalia
está tal y como la quiero recordar.
Tengo aún las felicitaciones de cumpleaños,
aquel cuaderno en el que escribía poemas
de cosas que aún no había experimentado
y que, ahora que pasaron diez años,
siento tan ingenuos como los recuerdos
que ahora estoy rememorando.

Hace diez años de mi primer día en San Viator, 
y hacía mucho que no recordaba este día,
quizás porque hace demasiado que siento
que aquel que fui fue tan solo un espejismo,
un milagro, el punto álgido de mi vida
antes de comenzar con el descenso
en el que durante mucho tiempo estuve metido.
Pero ahora que salgo de los infiernos
Y que comienzo a tener perspectiva,
quiero recordarlo todo de nuevo
y recordarme a mi mismo que me merezco
que la vida me sonría y que puedo 
conseguirlo igual que entonces.
Hace diez años ya de mi mejor golpe de efecto.
Hace diez años, una semilla sembraron
y sus frutos son hermosos recuerdos
que aún me siguen alimentando.

viernes, 2 de septiembre de 2022

A la espera de la muerte

No nos morimos más porque no queremos:
la violencia creciente del mundo globalizado,
la vivencia decadente por el crimen organizado
de los poderosos que nos dominan,
la deriva hacia la que se precipita nuestra salud mental.
Un mundo casi sin cables, excepto la soga
que se nos ata al cuello.

No nos morimos más porque no es nuestro momento:
el cambio climático aún no ha terminado,
el triste tránsito hacia la guerra del agua
será una suerte que muchos no verán,
víctimas de un mundo más contaminado,
víctimas de un mundo más sedentario
donde los que no mueran de cáncer
lo harán de diabetes o de infarto.

No nos morimos más porque no podemos:
pues tus besos son los últimos sueños
a los que aferrarse cuando la muerte acecha:
la vivencia creciente y ferviente en el amor
es el cable que nos evita caer en el abismo,
es la guerra que solo mata al deseo contenido,
la única metástasis hermosa,
el infarto que mejor sienta al alma.
Si mi corazón se saltó algún latido, 
seguro que fue estando entre tus brazos,
el único lugar donde la vida eterna
me parecería poco rato.