El vals

La música suena lentamente,
el salón nos ilumina a los dos,
el vals que suena resuena en la mente:
no dudo en creer que esto sea amor.

Me miras con tu rostro iluminado,
tus ojos brillan como la aurora
y tu sonrisa hace de este enamorado
un joven que te quiere y te adora.

Cada vez más juntos, mayor la cercanía,
y nuestros labios se encuentran en un suspiro,
cuya espera es una lenta e impaciente agonía
pero cuyo final es lo más bello jamás sentido.

El vals sigue sonando en la sala,
también en nuestros corazones.
Y veo en tus ojos lo que me amas,
veo que me diste tus razones.

Yo te sigo llevando cariñosamente,
tú te mueves bajo el alegre compás.
Ahora sé lo que en verdad se siente
al encontrar a alguien que amar.

La música para de sonar para todos,
pero tú y yo seguimos bailando.
Fue un baile más para otros,
para mí las razones por las que te amo.

Entre mis brazos te sostengo por última vez:
vemos que el salón se vacía de repente
y nos miramos fijamente, casi sin querer,
para besarnos, esta vez en un para siempre.

Salimos del salón, de ese mundo de fantasía,
donde ambos nos fuimos despidiéndonos sin más,
cada uno por su camino, cada uno por su vida,
sin olvidar nuestro último beso ni ese último vals.