Siempre nos quedará París

Era la una de la madrugada,
la noche estaba muy cerrada,
tras un día lluvioso y gris,
en el atardecer, en un tris,
me dejaste abandonado
y bastante desolado.
Me dejaste un tablero
del juego del parchís,
y entonaste en tono sincero:
"Siempre nos quedará París".

Fui a un bar destartalado,
casi vacío y medio cerrado,
y entoné en voz potente:
"Camarero, nuble mi consciente,
con una copa, haciendo un bis,
porque aún sigo recordando,
lo que me dijo susurrando
de que siempre nos quedará París".

Eran ya las dos,hora tardía,
el bar en breve cerraría,
y yo seguía bebiendo
y no iba concluyendo
pues seguía rememorando
lo que me dijo susurrando
en aquella tarde gris:
"Siempre nos quedará París".

Habiendo bebido en exceso
y recordando el último beso
grité al camarero:
"Me estoy bebiendo el bar entero,
mas póngame otra copa más,
sea de ron o de anís
pues sus palabras están demás,
de que siempre nos quedará París".