-->
Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

martes, 2 de mayo de 2023

Lo último que se pierde

Llevo tantos años queriendo poderes
que claramente están fuera de mi alcance:
quisiera cada día tener nueve horas más
y por las noches no tener que acostarme.
Con tanto por vivir, no necesito soñar,
ya lo hago estando despierto,
y me vendría genial todo ese tiempo
para todo lo que aún tengo que acabar.

Siempre me ha preocupado el tiempo
y por eso me he aferrado al pasado,
construyendo islas, sosteniendo puentes
y enajenando cada uno de mis recuerdos,
creándome heridas que me necrosaron
las sonrisas que tenía cuando era niño.
Mi monstruo no era sino una horda
de lo que entre todos pusimos.

Pero el pasado no regresa, no permanece,
aquello que persiste solo resiste al cambio,
se adapta, se fortalece.
El papel se pudre, las fotografías se deterioran,
el metal se oxida y la madera se carcome,
pero los lazos pueden no entender que las horas
pasan a ser días, meses o años.
No pasa siempre, y duele ver que el legado
de algunas de nuestras islas del tiempo
ya es solo el de nuestro yo enajenado,
pero la vida no es tan larga para vivir en el duelo
y más por aquellos que nos han desterrado,
así que mejor celebrar lo que aún queda a nuestro lado.

La vida seguro guarda sorpresas,
seguro que las agujas de mi reloj comienzan
a clavarse poco a poco en mi garganta,
pero pisaré cada paso y golpearé cada barrera
con la fuerza de las estrellas de una galaxia.
Puede que sienta que voy despacio,
puede que me sienta de nuevo perdido,
puede que suma mis islas del tiempo
en mares de tristeza creados por mi llanto
o en mares negros causados por el olvido,
pero seguiré chocando contra las olas,
sintiendo su inevitable fuerza en mi pecho,
sabiendo que solo pospongo mi derrota
y que, de hecho, en realidad no pierdo.
Porque la única derrota es no haber amado
y esa victoria la conseguí hace mucho tiempo.

Todo cumple aniversarios,
los números cada vez son más altos,
mis pelos cada vez más escasos
y las marcas de mi ceño
dejan entrever que el tiempo
comienza ya a causarme estragos.
Cada vez me pesa más el pecho,
pero no es por sentir tormento,
sino por todo el cariño de aquellos
que fueron pasando por mi vida.
Me parece increíble que, después de mil poesías,
aún tenga tanto que dejar por escrito,
pero la vida tiene tanto que enseñarnos
desde el instante en que nos levantamos,
que no puedo evitar estar sonriente
y agradecido por toda esa gente
que ha sembrado una semilla en mi jardín
o está en una isla de mi archipiélago.

Así que, no nos queda otra
que sonreír al horizonte con osadía,
que seguir luchando, seguir rimando,
seguir suspendidos sobre un abismo
en el que pronto acabaremos atrapados.
Toca seguir amando todos los días,
crear una pandemia de alegría
y que desaparezca todo lo malo.
Sé que es difícil, pero al igual que mi deseo
de disponer siempre de más tiempo,
merece la pena vivir para intentarlo.
Confiemos en que el sol saldrá mañana 
y que estará ahí para darnos suerte
y que nos recuerde por siempre que la esperanza
siempre es lo último que se pierde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario