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Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

sábado, 26 de diciembre de 2020

Me acordé de vivir

De tanto correr por la vida sin freno
me acordé que la vida se vive sin tormento.
De tanto estar tan ligado a tus sueños
me acordé de vivir
solo en este momento.

De tanto andar en mundos inciertos
viviendo de préstamo en mundos perfectos
te he escrito ya más de un millón de versos
y ya no soy como ayer
ahora sé lo que siento.
Me acordé de vivir.

De tanto balancearme en tu sonrisa
tengo restos de ella todos los días,
de todas las canciones compartidas
gané, sin querer,
lo mejor de mi vida.

De tanto tomar tus manos tan frías,
llené de frescura todas mis fantasías.
De tanto esperar, falseando poesías,
hoy me toca amar,
yo que antes sufría.
Me acordé de vivir.

De tanto correr por ganar tiempo al tiempo,
o intentando salvar pasados imperfectos,
de tanto luchar guerras que se perdieron
de repente te vi
y todo empezó de cero.

De tantas tardes compartiendo secretos,
de tantas comidas con postres perfectos,
de todas las veces que morí con tus besos,
ya no soy como ayer,
ahora sé lo que siento.

Porque gracias a ti,
me acordé de vivir.

sábado, 12 de diciembre de 2020

Olvido incontrolable

Ahora que todos los veranos murieron,
añoro aún más la vida sencilla.
El miedo a caer un día muerto
es menor cundo tienes más tiempos
y la certeza infantil de que la vida
solo acaba para empezar de nuevo.
Ahora, que me siento un poco más muerto,
y una parte de mí se perdió en el camino,
puede que me tambalee en el olvido
perdiendo cosas que tanto quiero.

Ahora que estoy preso
y de mis paredes cargado
no sueño con otros estados
sino con otros pasados
que poco a poco se me escapan.
Se me olvidan las cosas malas
que una vez me amargaron,
se me olvidan las tardes de veranos
que nunca jamás volverán.

Se me olvidan las voces
de aquellos que tanto añoro.
Se me olvidó de dónde
saqué el mote "ardillita".
Se me olvidó esa alegría
de descubrir canciones nuevas.
Se me olvidan las caras buenas
mientras me quedan sonrisas
que aún me atormentan,
sobre todo con tanta cuarentena.

Se me han olvidado los logros,
las cosas buenas que me dijeron,
pero sigo sin olvidar los pensamientos
que hicieron del dos mil dieciocho
un año de muchos tormentos.
No me olvido de los monstruos
de algunas de mis pesadillas,
y algunos extraños días,
ellos de mí tampoco.

Se me ha olvidado lo que es vivir
sin tener miedo al colapso inmediato.
Se me ha olvidado cómo callar al desengaño,
fingir que no tengo a nadie calado.
Me sé ya las partidas de memoria
y se me está olvidando el ser apasionado,
para que así no me saquen más gotas
a base de golpes y malos tratos.

Conozco mis desdichas de sobra,
menosprecio mis pocos triunfos,
y me olvido poco a poco de minutos
para ser honestamente feliz.
Me acecharán siempre sombras,
y mi cabeza, cada vez en menos mundos,
no sabrá ni querrá salir.
Vivir es una carrera de fondo,
y a mí me faltan ya fuerzas.
Quizás demasiados sueños rotos,
quizás rompí las lentes correctas,
quizás sea este año de locos
y tan solo necesite olvidar este poema.

jueves, 26 de noviembre de 2020

Condena mundana

Intentando entender el mundo una vez más,
me doy cuenta que no lo tengo claro,
que no me tengo claro,
que no sé en lo que destaco
y me sé demasiado bien
en lo que fracaso.

Sigo un día más soñando con lugares
en los que poder perderse,
en los que poder perderme,
pero siempre se vienen a mi mente
lugares ficticios y mágicos
lugares, obviamente, inexistentes.

Años esforzándome en escaparme,
ya fuera yendo,
ya fuera trayendo
las realidades que mi pensamiento
fue poco a poco atesorando
y que llevo años escribiendo.

Pero, año tras año, estoy más lejos,
de lo que una vez estuvo cerca,
de lo que una vez fue mi cerca
contra las macabras fuerzas
de un mundo que creí que brillaba
y cuyo brillo era fulgorosa decadencia.

Así que, a diferencia de otros,
no puedo escapar
pues no quiero escapar
porque no habrá ningún lugar
en toda la faz de la Tierra
en el que pueda vivir en paz.

Así que aquí estoy un día más,
tristemente reflexionando,
tristemente condenado
a un mundo que estará buscando
siempre la mejor manera
de hacer que me sienta desdichado.

Y quizás eso responda a mis dudas:
asumir mi condena
es asumir mi fortaleza
y seguramente el día que me muera
muera aún pensando en Amarok
pero sin haber dejado de dar guerra.

domingo, 15 de noviembre de 2020

Vastaguardia

Cierra los ojos y respira:
siente mi frente pegada a la tuya
y mi mano rozando tu mejilla
siente como clavas
tus piernas en las mías
mientras me abrazas.

Cierra los ojos y recuerda:
este momento que se desvanece
conforme se crea.
Nunca olvides este momento,
piensa en todo lo que quieras
pero jamás olvides esto.

La vida se pasa y nos morimos.
Las oportunidades se marchitan
y los pensamientos negativos
se amontonan crueles.
No todos los días serán domingo,
ni siquiera serán jueves.

Pero te pido, si quieres,
que no olvides que siempre tendrás
mi frente pegada a tu frente
y mi mano rozando tu mejilla
estemos separados por un mar
o estando tan solo a una micra.

Cierra los ojos y respira:
la vida tendrá días maravillosos
pero también días de agonía.
Días donde no tengas dudas
de que eres la luz de mi vida
días donde no tengas certeza alguna.

Cierra los ojos y no temas:
no todos los días seré perfecto,
pero intentaré ser el centinela
de tu sonrisa y tus esperanzas,
seré tu compañero, tu fortaleza,
tu abrigo, tu escudo, tu lanza.

Por eso te pido, si quieres,
que no olvides que siempre tendrás
mi frente pegada a tu frente
y mi mano rozando tu mejilla
estemos separados por un mar
o estando tan solo a una micra.

Cierra los ojos y respira:
puede que el mañana me tenga
lejos de tus manos frías
y del calor de tus besos,
pero que aun así percibas
todo el amor que te profeso.

Ahora abre los ojos y mira:
mi frente sigue pegada a la tuya
y mi mano aún roza tu mejilla.
Todo cambia en el mundo,
pero este momento hecho poesía
podría ser por siempre tuyo.

Así que si te sientes derrotada
y has dado ya tu último esfuerzo,
recuerda tan solo estas palabras:
cierra los ojos y respira,
mi frente está pegada a la tuya
y tendrás mi mano rozando tu mejilla.

domingo, 8 de noviembre de 2020

Voces bonitas

Reviso Instagram con indiferencia, 
publicación tras publicación,
hasta que mi automatismo cesa:
María está cantando una canción.
Me acuerdo de mis días bioquímicos
cada vez con un toque más místico
y me acuerdo de ella y de Nuria
y sus voces llenas de dulzura
que uno adoraría oír a diario
y jamás acabando harto.

Asocio ideas a la par que versos,
y a María se le unen en mi cabeza
las voces que algunas noches deseo
volver a escuchar casi tan cerca
como la vez que lo hice
en estos recuerdos tristes.
Fascina el poder que guarda Beatriz
cuya voz siempre me hacía feliz.
Me asombra el recuerdo de Sara
cantando a Nena Daconte como si nada.

Guardo aún audios que me mandó Irene
y que son mis versiones favoritas
de canciones que oí un millón de veces.
Pienso en la ironía de la cercanía
de la voz de mi querida Amparo
y como pese a todo la extraño
más aún que todas las demás.
Quizás porque pude cantar
con ella sin sentir ninguna vergüenza
y prendido por las letras.

Pienso en las ganas de volver a oír
la voz de Clara llena de gallardía.
Pienso en la calma que me hace sentir
la voz de Sara recitando poesía.
Pienso en la voz de mi madre,
cargada de felicidad radiante,
intentando regalarme sonrisas
incluso en los peores días.
Pienso en el coro en el que nunca canté
y en los que jamás lo volveré a hacer.

Pienso en la voz de Laura cantando,
calmándome en plena pandemia
y como, recostado en su regazo,
la vida este año me pareció bella
aunque fueran solo unos minutos.
Tan solo setenta y cuatro segundos
cantó hoy María y vino esta tormenta:
miro viejos vídeos de otras eras,
charlo con Amparo sobre mi nostalgia
y pienso si María se sentirá extrañada
si leyera algún día este poema.

domingo, 11 de octubre de 2020

Sonrisa enmascarada

Dicen que la vida,
en su crueldad infinita,
propone un problema interesante,
una ambivalencia constante
en la que vivir lo bastante
y ser un villano,
o morir joven y triunfante
como un héroe radiante
típico del cine americano.

Siempre se van los mejores
y mala hierba nunca muere.
La vida, exenta de vidas,
se centra en nuestras acciones
y en lo bondadosas que fuesen.
Y sin una fecha fija de muerte,
día tras día se sucede
la sentencia impía
por definir nuestra bondad.

La bondad es algo hermoso
a la par que arriesgado:
es vivir a veces preocupado
por las necesidades de otros,
por las necedades de otros
que poco les importa
lo mucho que te esfuerzas
lo mucho que los velas
o lo mucho que les aportas
hasta que te apartas.
Crees que aguantas,
crees que no existe el desgaste
pero, ya sea temprano o tarde,
llega y te arrasa.

Te miras al espejo,
ves tus ojeras
y tu ceño fruncido.
Te preguntas el motivo
por el que los sueños
se desvanecen con ligereza.
Preguntas algo sencillo,
un punto de inflexión,
alguna posible indicación
que marque inicio a tu decadencia.

Y casi sin quererlo,
lo encuentras:
una pandemia
y un corazón roto.
Al final, eso era todo
lo que hacía falta
para herir mi alma,
mancillarla,
deshumanizarla.
¿Madurez?
Más bien ponzoña.
Harto de ver que la vida me sabe a poca
y como mis sacrificios
perecen a costa
de los lujos del vecino
que eligió al terror como amigo
y a mí como su peor enemigo.

¿Culpa de la pandemia?
Como excusa no vale ya.
Siempre la misma cantinela:
inmersos en la decadencia
de una sociedad egoísta
donde el abuso de bondad
hizo al corazón mercantilista
y a la amistad utilitarista.
Nuestra pandemia más dura
es otra totalmente distinta
un virus cruel y sin vacuna
y que a menudo se cronifica.
Contagiosa es la avaricia
y no tanto es la bonhomía.
Mundo peligroso
este en el que el querer
es a veces más un negocio
que un placer
y se valora más ser malicioso
que ser alguien de bien.

La vida se hace pesada
con pensamientos tan deprimentes.
Para aliviar mi carga,
salgo a entretenerme
paseando sin ruta planeada.
Crecen en mí versos
de desilusión desmesurada.
Canciones y pensamientos
crean este poema de la nada
mientras pasos inconscientes
me llevan poco a poco a tu casa.

Me percato,
me acerco, te llamo,
paseamos un rato
y te marchas.
Cambiar unas cuantas palabras
es medicina para mi alma
y podré así con mayor calma
empezar otra enfermiza semana.
De vuelta a las ramas
por las que me voy en mi mente,
pienso sonriente
en los últimos versos de este poema
y en la bella moraleja:
que pese a este mundo tan decadente,
aún queda hueco para la esperanza,
aún puede volver a salir el sol
y que aún tengo tu sonrisa enmascarada
que, aun sin verla, me hace creer de nuevo en el amor.

domingo, 4 de octubre de 2020

Otra noche frenética

Puede ser que nos parezca
que este año es una pena,
con tanto tiempo recluidos,
con tanto tiempo divididos
El mundo en cuarentena,
la felicidad en huelga.
Pero aún no me he rendido
y menos estando contigo.

Ha habido días sufridos
y seguro que más quedan.
Pero los sueños y lo vivido
me dan aún mucha más fuerza.

Aún nos quedan muchos días
para ser un par de espías
en una Praga sumida
en la Unión Soviética.
Ser amigos de Al Pacino,
irnos al barrio judío,
infiltrarnos en un casino
en otra noche frenética.

Ser creativo siempre cuesta,
cuando te cierran las puertas.
Mas con solo un acierto
cambiarás el mundo entero.
Que en el viaje nunca importa
ni el destino ni el camino:
lo que queda en las historias
es contar con tus amigos.

Ha habido días sufridos
y seguro que más quedan.
Pero los sueños y lo vivido
me dan aún mucha más fuerza.

Aún nos quedan muchos días
para ser bardos y druidas
en reinos de fantasía
contra fuerzas maléficas.
Derrotando enemigos,
viajando por mil castillos,
forjando nuestro destino
en otra noche frenética.

No llega todavía
la nueva normalidad.
Tenemos tanta prisa
pero el virus no se va.
Y siguen nuestra vidas
y nunca podrán matar
todas nuestras sonrisas
ni nuestras ganas de soñar.

Puede ser que nos parezca
que este año es una pena.
Pero estando contigo
fue bastante divertido
El mundo en cuarentena,
la felicidad pelea
¿Cómo me siento tan vivo?
Será por estar contigo.

Aún nos quedan muchos días
para ser un par de espías
en una Praga sumida
en la Unión Soviética.
No hacer el mundo sencillo,
que nunca te dé un anillo
mas querer estar contigo
en mil noches frenéticas.

Aún nos quedan muchos días
para vivir bien la vida
habrá llantos, también risa
pero será muy épica.
Ya sea estando contigo,
ya sea con mis amigos,
mantendré mi optimismo
por mil noches frenéticas.

lunes, 31 de agosto de 2020

Viejas conversaciones

Echo de menos las noches
en las que se podía hablar.
Recuerdo las conversaciones
tan divertidas que surgían
cuando la cama te esperaba
Y tú la evitabas con una sonrisa.

Recuerdo los días antiguos:
la era del Messenger,
comentar mi show favorito
con el bueno de Alberto
o enredarme sin problema
conversando con Andrea.

Recuerdo el salto tecnológico
y las nuevas excusas:
Alicia con su proceder caótico,
Amparo y nuestras ralladas,
pero la reina de las noches
acabó por ser Clara.

Llenando mi mundo primitivo
de sus curiosas vivencias
Clara forjó para sí un destino
en el que jamás la querría perder.
Conversaciones infinitas
con las que aprender más de la vida.

Llegaron después más personas,
nuevas conversaciones
y con luchas por otra corona
que jamás Clara iba a poseer.
Noches que quisiera olvidar,
pero jamás de lo jamases podré.

Y poco a poco, el tiempo apremia
y cada año un poquito más.
Compañías, ya sean viejas o nuevas,
en las que ya no se sostiene
la palabra más allá de la una
por pena que eso me produzca.

Cosas de la edad, de la rutina,
de los dolores del pecho.
Querer hasta morir a Alicia,
pero no poder aguantar su ritmo
o no encontrarnos nunca
en un tempo que sea el mismo.

Cosas de la edad, de la rutina,
del pesar de mantenerse vivo.
Clara inmersa en la medicina.
Sé que será una doctora estupenda
y cuento vorazmente los meses
para charlar con ella físicamente.

Cosas de la edad, de la rutina,
de las oscilaciones caóticas del vivir.
Amparo y yo tenemos aún días
y noches para rayarnos con problemas.
Y ambos confiamos en que esto
siga sucediendo nuestra vida entera.

Cosas de la edad, de la rutina,
de las idas y venidas extrañas.
Sara cada día es más intensita
y seguro que algún día es capaz
de decirme que es lo que me pasa
para escribir sobre cosas tan raras.

Cosas de la edad, de la rutina,
de las decisiones irreversibles.
Hay palabras y personas malditas
y que viven ahora en mi recuerdo
porque no hay charla pendiente
ni un posibles reencuentro.

Echo de menos las noches
en las que se podía hablar.
Las infinitas conversaciones,
semilla de las mejores cosas
que en la vida me pudieron pasar
y que algunas noches ociosas
tiendo a añorar.

domingo, 12 de julio de 2020

Baraja de últimos recursos

Otro día que pasa
y yo me siento igual.
Otra noche que acaba
sin mucho que contar.
Otro día de estrés
que no sé disfrutar.
Otra noche que sé
que no podré descansar.

Otra lucha finita
contra mi otra mitad.
Otra pelea infinita
contra la (in)humanidad.
Otra batalla eterna
para ser inmortal
Otra guerra que queda
en un poema informal.

No me quedan
armas para combatir.
Mi suerte acaba aquí,
sitiado en un Madrid
que sigue en cuarentena
luchando por vivir
y que valga la pena.
Porque, con este porvenir,
lo malo no era
morir en la pandemia
sino sobrevivir.

Otra noche extraña
sin dejar de pensar
en todos los mañanas
que me depararan.
Escuchar las noticias
me produce ansiedad.
La vida nos asfixia:
necesito respirar.

Otro golpe directo
ya no me duelen más.
Otro plan que convierto
en un fracaso total.
Es un nuevo mundo
con nueva normalidad.
Es el día número uno
para otra oportunidad.

Aún me quedan
bazas con las que seguir
luchando por resistir
en este oscuro Madrid
que sigue en cuarentena
luchando por vivir
y que valga la pena.
Aun con este porvenir
que lo malo no sea
resistir la pandemia
sino dejarse morir.

lunes, 29 de junio de 2020

Cuando los malos días no mejoran

¿Rendirme?
Ni de coña. 
Hoy estaré triste,
pero mañana vuelvo a la carga.
No esperaré a que salga
el sol de nuevo:
seré la nube y el trueno
seré la noche y el miedo
que otros quieren infundirme.
¿Que si voy a rendirme?
Seguid soñando.
Solo fue un rechazo,
pero no estoy muerto
así que tengo tiempo 
para luchar otro nuevo asalto.

domingo, 31 de mayo de 2020

Hechizo incendiario

Lo que siempre quise en la vida
fue ser una persona buena.
El mejor de los amigos,
la más amable cara desconocida
y el menor problema
de un pequeña lista de enemigos.

Me esfuerzo y pocas veces
espero algún tipo de retribución.
Intento ser el sol incombustible
que lleve calor a esa gente
que guardo en mi corazón
por aquellos días felices.

Amo y quiero, pero no estoy al nivel
de trascendencia que debería
para no desear tener de vuelta
pequeños ápices de afecto o interés.
Lo que no quiero son mentiras,
ni falsas esperanzas en falsas promesas.

Tengo conflictos constantes
por mantener un rol que me mata,
porque siempre acabo maltrecho
por la falta de vuestros mensajes.
Los toques de atención no bastan
y, de hecho, os importan un bledo.

Estoy mal acompañado y quizás
lo mejor sea quedarse solo.
Habéis hecho que mi cuarto
se llene de bestias a matar.
Hora de enterraros en el pozo
del olvido con este hechizo incendiario.

martes, 28 de abril de 2020

Versos de la cuarentena

Estos son los primeros versos
que hago en mucho tiempo.
Hacía demasiado
que no me golpeaba el silencio
con tanta acritud.
He escrito canciones,
he compuesto melodías,
he estudiado psicología
pero no hubo ocasiones
para versos que supieran
encontrar su sitio en mi jardín
con la usual sutileza
a la que me acostumbré
desde que llegué a Avgiduil.

Me siento medieval
con el tempus fugit
siendo el monotema
de mis días,
y el memento mori
el de mis noches.
La conciencia me envía
a los brazos de las eras
que ya completé
y la melancolía
me trae a los míos
a aquellos donde
pequeñas llamas se esconden
aún en las cenizas.

Mucho tiempo para pensar,
de eso no tengo duda.
La vida, como predije,
era un absurdo paraíso suspendido
que llegaría a su declive.
Ahora estoy en el extraño limbo,
privado de cometidos
y de libertades,
la vida se siente distinta cuando
la mayor de las responsabilidades
es aplaudir a las ocho.

Canción en bucle,
como de costumbre,
acordes que suenan
a un baile de graduación
de la película que no vi
o de la vida que no tuve.
Pero que me golpean
y enlentecen aún más estos momentos
del continuo espacio tiempo
en el que ahora vivimos.

Me enfado, sonrío,
contengo las lágrimas.
Me enervo al ver las redes
con el último de los delirios.
Mi yo de hace unos años
se sorprendería al leerme
diciendo que casi agradezco
ver algo de Sálvame
y no a nuestros políticos.
Que casi prefiero desconocer
antes que obviar la realidad,
porque veo aflorar
de nuevo a los subnormales
con mensajes de odio
en el peor de los momentos.

Hoy por alguna razón
me entraron las ganas.
Pasaron muchos días especiales,
en los que pude escribirme a mí,
a mi abuelo o a Dafne.
Pero ninguno nos merecemos
la elegancia y dulzura falsa
de mis versos
que perdieron la sonrisa de nuevo
entre la desconfianza en el progreso,
la ignonimia de nuestro Congreso,
con su política robótica y caótica
de este país de mierda
que no deja de perder personas buenas
y regala más tiempo a las malas
que siempre medran,
que siempre prosperan,
siempre se regodean,
siempre se aprovechan,
siempre menosprecian
nuestros esfuerzos estoicos.
Repito: esto no es un mensaje de odio,
sino, como ya dije,
de aburrimiento.
Quizás esté algo triste,
pero solo en este momento.
Ya se pasará.

Hay cuarentena de sobra,
y ya perdí la cuenta
de los besos y abrazos pendientes.
Perdí de mi memoria
todos los pensamientos,
fueran o no recurrentes
que todos estos días me siguieran.
Pero seguro este poema,
fruto del aburrimiento,
condensa bastantes de ellos
y hace que me mereciera la pena
terminarlo.
No sé si saldremos el 2 de mayo,
pero tengo claro que esto
no nos ha cambiado tanto
como creemos.
Siguen los aplausos
de la Resistencia.
Me atasqué buscando
un final elegante,
así que abrupto se queda.

martes, 10 de marzo de 2020

Baliza mágica

Ahora que el miedo resuena
en todos los rincones
y con las lecciones aprendidas
me armo de paciencia
y uso mi poesía
para coger mi ciencia
y sembrar calma
donde otros siembran caos.
Quiero hacer una baliza
llena de verdad y magia.

Sí, los monstruos aterran,
pero muchas veces
habla por ellos su leyenda.
Aterra la brusquedad
y los cielos se quedan más grises
pero sigue siendo la gripe
más mortal que el coronavirus
y el ébola mucho más letal
y en China lo peor paso ya.

Son días inciertos y nos aguarda
el ver a miles de cantamañanas,
idiotas y sensacionalistas
sembrar el miedo y la duda
sobre si ya existe cura
y como quieren ver cómo te arruinas
políticos y farmacéuticas.
Falta conocimiento y ética,
pero no debemos preocuparnos:
estamos en las mejores manos,
y miles de personas siguen
trabajando por los otros miles
invadidos por el miedo.

Ni es un arma biológica,
ni un arma ideológica
de Wuhan o el Pentágono.
Toca preservar la calma,
intentar tener sentido común,
y pronto el cielo volverá a su azul
y arderán, aun tardías, las Fallas
y recordaremos este pánico
como un evento trágico
más en nuestras historias
que pasamos con pena
pero sin ninguna gloria.

MERS, SARS, vacas locas,
fines del mundo fallidos.
El mundo sigue su giro
y la lucha no se agota.
Quizás sea un mal momento,
pero os mando muchos (corona)mimos:
que ningún cruel informativo
nos quite el sueño.

viernes, 21 de febrero de 2020

Redundancia onírica

Las notas adecuadas
me traen de nuevo al pasado.
Vuelvo a estar en aquel camino
y en esas escaleras
que guardan a un lado
aquel pequeño santuario.

Tres veces estuve anoche,
la primera en inmaculada
y serena soledad.
La segunda me quedé a las puertas
atrapado en una cascada
que juraría que antes
no estaba.

La tercera llegué de nuevo.
Salté del borde de la escalera,
crucé el inmenso abismo
para caer de nuevo en la tierra
que hace dos sueños conocí
y creí haber perdido
en el sueño anterior.

Mi tierra estaba invadida
mi suelo estaba manchado
mi agua estaba ensuciada
y mi sueño se vio terminado
ante tan cruel estampa.
¿Soñar tres veces con lo mismo
es señal de algo en la vida?
¿Volveré allí algún día?
Solo el tiempo lo dirá.

Por ahora, te guardo en mi cabeza
y te guardo en este poema
santuario invadido
a la derecha de aquella escalera
rodeada de de un negro abismo
que encontré en la Casa de Campo.

viernes, 14 de febrero de 2020

Eros, Apolo y Dafne

Nada produce más cambios
en este mundo extraño
que el amor y el amar.
Ideas que suelen oscilar
de la luz más cegadora
a la noche más despejada
de nuestra breve historia.

Solemos hablar del amor
y no saber el receptor
de las súplicas y las quejas,
pues algunos se obcecan
en hablar de la química,
otros de un hilo rojo
y otros de una fuerza mística.

Solemos hablar de Cupido
pero, por mantener el estilo,
yo hoy hablaré más de Eros.
El responsable del tormento
que Apolo tuvo con Dafne,
aunque Apolo se lo ganó
por osar insultarle.

Y Apolo, y la pobre Dafne,
no supieron enamorarse
y solo pudieron perseguirse
hasta poder convertirse
Dafne en un bello laurel,
que el invierno jamás podría
echar sus hojas a perder.

Y yo, que habré insultado,
alabado y cuestionado
al dios griego del amor,
me veo en la sinrazón
de escribir en su día
un poema nuevo
de mi nueva mitología.

Se alinearon los astros
para acabar enamorados.
Ahora somos un todo:
los nuevos Dafne y Apolo
en mundos de fantasía
que jamás imaginé
con tanta alegría.

Seguimos aún danzando,
sin importar los extraños
caprichos del mundo real.
Quererte no fue algo terrenal
ni siquiera en su comienzo,
pues comprendí hace mucho
que fuiste hecha en el cielo.

Tu sonrisa fue forjada
por ángeles y sus alas
pasan a mí cada vez
que me pueda perder
dulcemente en tu cabeza,
acariciando tu cuerpo
con suma delicadeza.

Bendita sea mi suerte
por poder tenerte
en mi alocada vida
incluso en los días
que menos puedes estar.
Estar enamorado de ti es
algo obvio en mí, ¿verdad?

Gracias por la nueva magia,
por ser el compás de la danza
que el caos puso en mí
aquella tarde de abril.
Gracias por darme motivos
para creer en un amor perfecto,
ese que siento estando contigo.

Nos quedan aún muchos días
repletos de miles de sonrisas.
Y me quedan miles de poemas
que reflejen toda la belleza
que proyecta tu luz sobre mí.
Pero mientras tanto,
querida Dafne, feliz San Valentín.

domingo, 9 de febrero de 2020

Una rosa, dos cuchillos y una promesa medio rota

El amor
en sus grandes comienzos
y en sus grandes finales
hace sentir tan pleno,
hace sentir tan miserable
que parece que el placer
que parece que el doler
nunca podrá desaparecer.

Un beso con alguien especial
puede ser veneno devastador
o puede ser elixir para el alma
dependiendo de qué habrá
después de tal suceso
¿Habrá llanto y temblor?
¿Habrá chispas en la mirada?
Los besos tienen peor sabor,
los besos más se malgastan
cuando sabes con certeza
cuando no te planteas
cuántos te quedan

Los defectos y detalles toscos
parecen siempre pocos
parecen ser ya todo
cuando los gestos más hermosos
surgen casi sin querer
son incapaces de nacer
de nuestras manos
hacia las del amado
hacia las del contrario.
¡Qué largo es el amor
¡Qué corto es el amor
cuando puedes vivirlo
cuando lleva el olvido
toda una vida!

Envejecer y ver las arrugas
sembrar más y más dudas
sembrar más y más cordura
en tan impredecible aventura.
Te paras sin querer a pensar
en que deberías haberte ido
en que encontraste tu sitio
hace ya un tiempo.
La desdicha sabe de más
la alegría sabe de menos
impredecible locura es el amar.

Besos,
cálidos besos de invierno,
fríos besos en el estío,
que convierten todo deseo
en suspiros otrora eternos
en otro pedazo carcomido
de un corazón incompleto.
Lágrimas y sonrisas
a merced de una balanza
que se llena de mentiras,
que se llena de alegría,
que no se ven desplazadas
por las pocas cosas malas
por las pocas cosas honradas
que una ya vieja compañía
pueda ofrecer.

Jamás me dijeron que querer
tendría este sabor:
dulzura casi cegadora,
amargura y puro rencor.
Lágrimas 
de puro dolor
de pura felicidad
se suceden en el baile
de emociones tan singular
que supone formar parte
de un amor lleno de matices
de un amor tan nihilista
que hace casi imposible 
que casi capacita
el sentirse triste.

Nunca el amor supo así,
me pregunto qué habré hecho
para merecer esto que siento
y que no me deja vivir.

lunes, 3 de febrero de 2020

Sombras alargadas

Nadie se muere por nadie,
pero está más que claro
que alguna gente puede
destruir nuestros amagos
de ser seres inmortales.

martes, 28 de enero de 2020

Danzar mágico

Tú y yo, uno frente al otro.
Una mirada de complicidad,
sabiendo todo el gozo
que estos segundos encerrarán.

Con la bella arrogancia
de unas manos vacías,
yo lleno de bella escarcha
tu ciclón de flores amarillas.

Corremos a nuestro encuentro
y, por no demorarnos,
lanzamos fuertes vientos
con los que nos empujamos.

Tu viento, de tus manos heladas,
choca con el mío, ardiente.
Y así, poco a poco, te alzas
sobre mi corazón efervescente.

Giras con un dulce compás
y yo te envío suaves burbujas
que tú replicas con un singular
torbellino de pequeñas chispas.

Llovizna sobre mí y veo un destello:
tu brillo se apodera de toda la zona,
por lo que decido rodear tu cuerpo
de una esfera de hermosas rosas.

Tu brillo es incontrolable y estalla:
rosas llenas de luz nos invaden.
Aprovecho, lanzo chorros de agua
a través de hermosas espirales.

De bellos arcoíris se llena todo,
emanan de los pétalos de rosas,
mientras desciendes poco a poco
y frente a mis labios te posas.

Sonrío, sonríes y todo cambia,
despertándome de un eterno sueño.
Esto, querida Dafne, es lo que pasa
Por mi cabeza cada vez que te beso.

sábado, 11 de enero de 2020

Paraíso suspendido

Viejas canciones, nuevas canciones,
viejas ideas, nuevas ideas,
planes simples, planes complejos.
Cambian las cosas con el tiempo,
aunque siempre habrá situaciones
que nunca se sientan muy viejas.

Nuevos mundos, pero Madrid
sigue siendo una constante.
Nueva magia, vieja magia,
personas que nunca acaban
de hacerme sonreír
hasta con los mínimos detalles.

Nuevas alegrías, nuevos dolores
Nuevo frío, el de las manos
que nunca más podré agarrar
y las que nunca querría soltar.
La vida me brinda más goce
ahora que estoy a su lado.

Viejas heridas, nueva sanación,
viejos demonios que luchar
con muchas nuevas ideas.
Por primera vez en eras,
la muerte no sabe a liberación
sino a un indeciso final.

Porque este paraíso suspendido
es la mejor vida más allá
de la muerte de una parte de mí.
Parece mentira que sonreír
duela tan poco y el motivo
sea el mismo que me pudo matar.

Que aún no me lo quiero creer,
por si todo esto es un buen sueño
y me despierto en otra noche
en otros inviernos cuyos nombres
recuerdan los albores de mi ser
con un vago lamento.

Desconozco desde hace tiempo
qué mundo me es más bonito.
Alterno demasiado entre dos mundos
perdiéndome en el mirar profundo
de los ojos que una vez hicieron
posible este paraíso suspendido.