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Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

viernes, 26 de abril de 2019

Veintitrés

Veintitrés,
un número primo
para un hijo de la desidia
que no deja de crecer.
Padre de sus delirios,
el chico huracán
sigue escribiendo poesía
para seguir con su vida
Sin más.

Guardián del agua,
protector del fuego.
Una vida de pensador
ahogado y quemado
en sus propios pensamientos
que le tienen en la cama
dando vueltas
muchas noches del año.

Ahora eso importa menos,
el camino se hace más duro,
más oscuro, más siniestro,
pero a la vez más esperanzado.
Mi corazón otrora maltrecho
se ha juntado todos sus pedazos,
ha dicho adiós a la melancolía
a base de malos poemas
repitiendo muchas rimas.

Cumplo veintitrés,
y pese a que no paro de escribir,
mi camino está menos escrito
de lo que nunca estuvo.
Pero mejor así.
Por una vez será divertido
ver dónde nos lleva la vida
y no ver por mi cuenta
dónde me llevará.
Como decían, la tierra
es solo del viento
y yo soy un chico huracán.

miércoles, 10 de abril de 2019

El viaje a Avgiduil V

Vuelo a la nueva ciudad,
un conjunto de edificios
todos exactamente iguales
colocados todos igual
como si fuera un laberinto.

Llegando a la entrada,
me adentro en el dédalo
de ladrillo y de metal.
De pronto, algo pasa:
el viento trae unos pétalos.

Parece que hay alguien
aparte de mí en estas tierras.
Una figura grácil y esquiva
ha sabido encontrarme
entre mis sueños y poemas

La persigo por las calles,
noto que me acerco más.
Se esconde en un edificio,
pero puedo darle alcance
y una respuesta encontrar.

La figura esquiva trata
de tomar un ascensor
pero le doy alcance antes.
La sorpresa es bien grata:
es mi antimusa, mi bella creación.

Desde antes de la ninfa
del agua no la había visto.
Una parte de mi pasado
que adora vivir fantasías,
a ayudarme ha venido.

A estas alturas creía ya
que me quedé sin fuerzas.
Pero una parte de mí
nunca dejará de soñar:
es mi instinto de supervivencia.

Mi antimusa me abraza
y me da un dulce beso.
Cierro los ojos para ver
al abrirlos que estaba
en la soledad de nuevo.

Ese beso fue un hechizo,
símbolo de un buen presagio.
La aventura continúa
se acerca ya mi destino
mejor seguir caminando.

domingo, 7 de abril de 2019

El viaje a Avgiduil IV

Luz mágica en mano,
la cueva parece menos peligrosa.
Cristales incrustados
hacen de las paredes una noche
llena de estrellas y constelaciones.

Se oyen susurros
con vestigios de viejas creencias.
Mis versos más puros
no sabían nada de amor y ahora
con el caos el saber me desborda.

Hay grandes abismos.
En esta cueva cuyo único monstruo
soy yo mismo
de tanto mirarme con la turbia lente
del desprecio que llevé casi siempre.

Mas este viaje es
tan solo porque aquellos demonios
se fueron al querer
llevar un nuevo rumbo en mi vida,
uno con nuevos reinos y poesías.

Y por esa razón,
salgo de la cueva y me encuentro
el calor del sol
y una llanura colorida y más vasta.
Estoy ya en tierras muy lejanas.

Armado de fuerzas,
alzo el vuelo para ver el lugar del todo.
Un río que comienza
en las montañas de las que vengo
recorre el bello paisaje en silencio.

Un viento sopla
y algo brilla hermoso en la distancia.
Mi magia logra
llevarme allí en lo que dura un suspiro
para ver lo que me depara el camino.

Un acantilado
en el que el río termina mientras
un objeto extraño
vuela brillando hacia una ciudad
que parece ser la parada final.

sábado, 6 de abril de 2019

El viaje a Avgiduil III

Dejo atrás tal bello limonero
y sigo hacia la cima de la isla
y una esfera de piedra.
Toco aquella esfera y resuena
una conocida melodía
de otros tiempos.
Pueden ser nuevos lugares,
mas son viejos los guardianes.

La bola de los sueños se abre,
me muestra imágenes etéreas,
fantasías evanescentes.
Despierta aquí mi inconsciente,
entre visiones psicodélicas
y una parte de mí a abrazarme
vuelve después de años,
después de embarques y naufragios.

La bola de los sueños y su brillo
se transmiten a todo el suelo
y me hacen sentirme liviano.
Ahora levito, subo mas alto,
y burbujas extrañas mi vuelo
acompañan con mucho estilo.
Una llamada a los vientos del este
y vuelo probando valía y suerte.

Llego a una nueva isla, cuyos bordes
son montañas muy escarpadas
y consigo aterrizar en un río,
que nace caudaloso en este sitio,
y que rompe en una bella cascada
en cuevas con plantas y flores.
Puentes cruzan el río, los cruzo,
bajo la cascada hasta lo más profundo.

Un túnel oscuro, pero angosto
es ahora el camino a seguir.
Se ve una luz en la lejanía,
quizás bellas y nuevas poesías
vengan si sigo por aquí.
Quizás halle alegría y gozo...
Mi varita invoca luces para que yo
siga mi camino con luz y valor.

martes, 2 de abril de 2019

El viaje a Avgiduil II

El viaje continua y el mar se vuelve tempestuoso.
Por suerte, mi magia me lleva volando,
y hallo por fin un lugar donde rompen las olas.
He encontrado una isla, y un acantilado
cubierto por vasto manto verdoso
que recuerda a las tierras de Escocia.

Descanso al borde del acantilado, con la lluvia
acariciándome por todo mi cuerpo desfallecido:
necesitaría descansar, pero no sé donde estoy
así que prosigo, camino, insisto y persisto
en encontrar caminos lejos de la espuma
de un mar que no me dirá jamás quién soy.

Sigo caminando, y los prados nos acompañan
por encima de las propias nubes de tormenta.
El sol ha salido, y se ve un bosque enorme
que parece ser la única alternativa correcta.
Destellos de luz se cuelan entre todas las ramas,
corazonadas quizás de nuevos horizontes.

Sigo caminando, después de muchas horas,
y me encuentro que el bosque ha terminado.
Hay un vasto claro y solo un limonero,
majestuoso, que parece un lugar adecuado
para sentarse sin ninguna zozobra
mirando el bello color azul del cielo.

El camino parece seguir, pero yo solo
puedo ver el sol y estos bellos limones.
Me siento en paz, me siento tranquilo,
y siento una presencia en los alrededores.
No sé qué deparan estos nuevos territorios
pero paso a paso completaré el camino.