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Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

domingo, 31 de diciembre de 2023

Las sonrisas del mundo bajo tu almohada

Bailamos más pegados de nuevo
antes de soltarnos por un tiempo.
Mundos acuáticos, mundos de rosa,
preguntas sobre la vida y la muerte,
besos frenéticos de última hora
con los que poder retenerte
aunque sea un minuto más.

Hablas de Dios siempre con duda
cuando tú eres quien me asegura
que existe algo hermoso más allá.
No habría otra manera para entender
que tenga a un ángel a quien amar
y al que, aun estando vivo, puedo ver
y sé que me ama de vuelta.

Intentas llevarte todas mis sonrisas 
y yo intento llevarme las lagrimillas
que la vida hizo que suelas invocar.
Te llevas canciones ya con dueño
te llevas lugares que supiste reinventar,
el papel protagonista en mis sueños
y en los futuros que deseo construir.

Nos decimos hasta luego
como con los que ya se fueron
y lo hacemos con la serenidad
de que aún nos quedan mañanas 
en las que de mí te aburrirás.
No lo olvides: iré a buscar tu alma
adonde sea que acabe al otro lado.

Me haces muy feliz, como si guardaras
las sonrisas del mundo en tu almohada
y las dieras a veces a quien más lo necesite.
Gracias por darle sentido a mis versos,
por blindarme hasta los días grises
con un puñado de abrazos y besos
y recordarme que soy muy afortunado.

viernes, 22 de diciembre de 2023

Piscina, 5 am

Privación de oxígeno,
privación de sueño,
premisas bajo un horizonte de teselas
que reflejan sutiles la luz de la luna.
¿Qué hago nadando en la piscina 
a las cinco de la mañana?

El sol de la mañana acecha en el horizonte
a la espera de su momento.
Se nota el frío del invierno
en la interfase del agua con el cielo
en la que tengo atrapado mi cuerpo.
Llevo horas nadando en tormento,
buceando, disociando, luchando por respirar,
notando pequeños amagos en el pecho.

Me duelen los brazos, me duelen las piernas
me duele la vida mientras me abro paso.
Llevo quizás demasiados largos
en esta piscina sin sentido que es a veces la vida.
Busco tomar aire, pero vuelvo a hundir la cabeza,
a veces con consentimiento, a veces por imposición externa.

Vivo a merced de las corrientes,
por eso me gustan estas aguas estancas.
Aquí soy yo mismo, aunque a veces
eso implique decepciones
producto de autoremoverme las entrañas.
Un suave sueño me empieza a mecer,
matices sutiles de cafeína marchita,
melancolía, hipotermia y cicatrices varias
que dejarán de quemarme por dentro
cuando salga el sol de nuevo por la mañana.

Armonía helada, labios violáceos
y un picor en los ojos que desconozco
si es por el cloro o por tantas horas en vela.
Un descuido, cierro los ojos y suspiro
para encontrarme de nuevo en mi cama,
desnudo, helado y con las sábanas empapadas.
¿Fue acaso un sueño, o sin darme cuenta
acabé de nuevo en casa?
Sueños acuosos, pensamientos nihilistas,
una pérdida de fe en el progreso
una decepción sistemática en la poesía.

domingo, 17 de diciembre de 2023

Gloria me ha pegado sus anginas justicieras

No soy feliz, 
¿Pero estoy feliz?
La felicidad no puede ser como concepto,
es difícil asesorarla eternamente
y, de tenerla por siempre
perdería su sentido por completo.

No soy feliz.
¿Cómo serlo en un mundo
donde la maldad está a la orden del día?
Y eso sin contar la ironía y la hipocresía
de exigir lealtad y entrega sin darlas,
moralidad narcisista y emponzoñada.

No soy feliz a veces solo,
nunca soy feliz mal acompañado.
Pero estoy feliz muy a menudo
en aquellos refugios sin odio,
odio enmascarado de positivismo barato
y en psicología de la escuela de la vida.

Estoy feliz contigo,
besándonos sobre las arenas movedizas
de un mundo que vemos distinto
y que nos aterra más cada día,
quizás por la idea de que nuestros besos 
puedan tener ya los días contados.

No soy feliz,
pero soy feliz estando a tu lado.
Gracias por darme más sentido
que todos los dioses reales e imaginarios.
Gracias por ser cordura y delirio
cuando te enredan mis brazos,
cuando se juntan nuestros labios
y cuando te miro y siento 
que el mundo entero 
es mejor por tenerte a mi lado.

viernes, 8 de diciembre de 2023

Fábulas mortales

Nacemos tan solo para morir.
Nacemos, crecemos y morimos.
Nuestro breve paso en este infinito
universo deleble es una condena,
la de buscar incoherentemente un sentido,
que evite pasar noches en vela
y acabar empujados al suicidio.

Nacemos, crecemos, amamos y morimos.
Hacemos amigos, conocemos personas
que pasaron una eternidad sin dejar huella,
que se clavaron en tan solo un suspiro.
El tiempo es relativo a cómo lo usamos
y en las personas depende de cómo las amamos:
hay lazos de sangre anémicos y patéticos
y hay lazos casuales que tejen firmamentos 
a los que mirar las noches claras de verano.
Hay lazos que son aliento, abrigo, impulso,
salvavidas, coraza, sonrisas y amuleto.
Hay besos, abrazos, hay manos entrelazadas
y palabras que no deberían ser olvidadas,
aunque un día todo eso sea un polvo errante
que viaje por los rincones más singulares
de un universo al que pecamos de llamar nuestro.

Nacemos, crecemos, amamos, perdemos y morimos.
Una vez la muerte acecha, nunca perdonará,
aunque tenga siempre dos caras:
hay muertos que viven entre lágrimas
y otros entre gritos de pura rabia.
La vida nos enseña a amar, pero también 
a no hacerlo demasiado,
y también a culparnos de no hacerlo suficiente.
Acostumbrarse a perder es precedente
a entender que un día seremos
aquellos que han muerto,
pero también aquellos que mataremos
en nombre de dioses falsos y verdaderos
cuyas frases resuenan hasta el extremo
de sonar tan recalcitrante como estos versos.
Aunque ni esas palabras, ni las mías,
vayan a prevalecer en la gran imagen,
en el océano de estrellas tan gigante
en el que estamos realmente sin quererlo.

Nacemos y morimos.
Lo hacemos sin sentido ni consentimiento,
pero amar da libertad y coherencia.
Porque suena a que es la única manera
de que nuestro suspiro sea más duradero.
Te miro a los ojos, incluso en las fotos
y pienso en las lunas de aquel marzo
en las que comencé a tener claro 
que una vida contigo me iba a saber poco,
pero que moriría por ella encantado.
Que me iré de este mundo algún día 
y espero poder decirte lo genial que fue
pasar nuestro suspiro cogidos de las manos.

Nací y estoy camino de morirme,
aunque espero que sea grande mi trecho,
aunque luego mis pasos apenas puedan verse.
Hay mucho que hacer, mucho que descubrir,
mucho que aprender y mucho que amarse.
El final es inevitable, pero podemos hacer
que vivir también lo sea.
Mi fabula mortal, la tuya, la nuestra,
la de todos los que nos rodean
no debe ser una carga pesada,
tan solo hay que asumir que los mañanas
cada vez escasean más, aun no sabiendo cuanto,
y que amando, aún en un breve suspiro,
dejaremos un resplandeciente legado.