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Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Carta onírica

Hoy recibí una carta tuya después de tantos años,
el sello era un atrapasueños por si quedaba duda.
Tu letra se veía distinta en frases de añoranza,
las viejas canciones de amor tienen matices extraños
producto de una tristeza normalmente taciturna
que envuelve a esa vida que ya di por terminada.

Últimamente te veo más, pero te siento menos
con el dolor en el pecho con el que me dejaste
aquella tarde cuyo día exacto jamás recuerdo.
Me siento sereno, incluso al enfrentarme
a todas mis tinieblas y a todos los desafíos
de los que tú ya no eres apoyo ni testigo.

Me arrepiento de no haber hecho las cosas mejor,
de no cumplir todas las promesas imposibles
que te aseguré que yo sí que podría lograr
y de todas las cuestiones en las que fui insensible,
todas en las que opté por complicarme y buscar
una alternativa contra la más sencilla solución.

Pero no me arrepiento del tiempo vivido
y en tu carta espero que tú dijeras lo mismo.
Me pregunto ahora si a veces te acuerdas de mí,
y si lo haces con serenidad o cargada de odio.
No es que me quite el sueño, pues casi todo
se siente como una hermosa historia que escribí.

Pero espero que estés bien pese a todo:
pese a los años, pese a los daños que nos hicimos,
pese a los daños que la vida nos va infiriendo.
No espero cartas, mensajes, ni fenómenos divinos
que me ayuden a sanar el sentimiento tan doloroso
que es que los vivos se sientan igual que los muertos.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Navidades en la sexta ola

Otra vez que llegan las fiestas,
otra vez que siento que no queda
nada que celebrar.
El factor común es la inocencia
que, una vez se va, por siempre deja
una amargura intemporal.

¿Nos juntamos con la sexta ola?
No quisiera sumarme en esta ronda
a la lista de cabezas cortadas.
Los héroes durante el confinamiento 
ahora son villanos cuyo esfuerzo
para la prensa ya no vale nada.

Ya no hay muertos, tampoco medidas.
Sánchez y Ayuso siguen con sus vidas
de ser héroes de las dos Españas:
a él ni la luz ni nada ya le importa;
ella parece que se hace la tonta
si le preguntas por la atención primaria.

Ya hemos ido hasta a por los niños:
su cabeza en bandeja de plata pedimos
y encerrarlos hasta febrero.
Acojona vivir, aunque ya sea hora,
acojona la facilidad de algunas personas
para hablar con un doble rasero.

Problemas muy evidentes de abastecimiento:
faltan sanitarios, hacen falta más metros
para no tener alientos en la nuca.
La respuesta: falsas conspiraciones masónicas
trenes con decoraciones hórridas
test de antígenos que no llegan nunca.

Se acaba la paciencia de la gente 
entre tanta propuesta incoherente 
con esta tasa de vacunación:
mascarillas que vuelven al aire libre
es una realidad casi tan triste
como la trayectoria del jefe de la oposición.

Se vienen unas fiestas complicadas
y la tensión y el hastío se disparan
casi como la nueva variante.
Me cuesta estar de nuevo contento,
siento que no queda nada bueno
que celebrar estas navidades.

miércoles, 15 de diciembre de 2021

Descontrol

Es muy difícil controlar aquello 
fuera del país del que vienes: 
las costumbres, la lengua, 
sentir por las noches tan lejos 
el calor de toda esa gente
que portarías cual bandera. 

Es muy difícil controlarlo todo 
cuando estas fuera de tu ciudad, 
aunque dentro del mismo país. 
La lengua puede ser igual, 
la lejanía puede saber a poco, 
pero puede no dejar de herir. 

Es muy difícil tener el control 
cuando sales de las extrañas calles 
en las que un día creciste. 
Nuevos misterios, quizás sin solución, 
un disfraz que oculte quien fuiste, 
una boca que tus secretos te guarde. 

Es muy difícil controlar la vida 
cuando sales del calor de tu hogar 
y sales de debajo del ala de tus padres: 
adiós a la hermosa comodidad 
de tener quien pueda ayudarte, 
aunque faltes solo unas horas al día. 

Es muy difícil controlar las cosas 
que suceden fuera de nuestro cuarto. 
La vida es más fácil cuando duermes 
y cuando puedes ver el paso de las horas 
y no preocuparte de tus quehaceres 
que suelen amargarte tanto. 

Es muy difícil controlar la vida 
que sucede alrededor nuestro, 
pero es aun más difícil, 
controlar lo que tenemos dentro: 
esos tormentos, esa bilis, 
esa ocasional tendencia suicida...

sábado, 11 de diciembre de 2021

Efecto Mandela

La vida está llena de efectos Mandela:
cosas reales para unos pocos,
pero mentira para el resto.
Mentiras, paranoia, indicios incorrectos
que cuentan la historia de otra manera.
Debates por soberbia acerca de engorros.

Pero esto no son solo frases
sacadas erróneas de una película
o de cualquier libro.
La vida está llena de ridículas 
situaciones donde no se sabe 
exactamente que ha sucedido.

Mi mejor historia de amor
para algunos es una de cuernos,
de clavos a medio sacar,
o de mi extraña incapacidad,
diagnosticada por ellos,
de no lidiar con mi yo interior.

Los puñetazos en la nariz
fueron narizazos en puños.
Algunos comentarios son bromas,
otros más leves se deben punir.
La defensa propia es un abuso
cuando importa la altura y no la persona.

Estoy sujetando todo con fuerza
y aún así me dicen que estoy disperso,
que vivo de la compasión de otros.
No te confundas: estoy despierto,
tan solo me evado en canciones y poemas
para evitar volverme del todo loco.

Siempre perderé los papeles una vez
y fallé en el momento más importante,
pero muchos tienden a olvidar
todas las veces que les ayudé a cargar 
con pesos que no podían sostener,
pesos de los cuales no era responsable. 

Siempre haré las cosas por un motivo,
y nunca será de manera altruista.
Siempre se exagerará la historia
y dirán que yo fui quien lo dijo.
Seré un hipócrita, un egoísta,
seré aquel a quien algunos odian.

Y no les culpo. Yo también les odio
por ser iguales a como soy yo.
Cada uno contamos nuestro relato 
e intentamos acabar bien parados. 
La verdad absoluta es una ambición 
a la que no llegaremos nosotros.

Una mentira mil veces repetida
se convierte siempre en una verdad,
incluso para el que la cuenta. 
Y cada una de estas poesías 
es un inofensivo o no efecto Mandela
del que quizás nunca no podréis escapar.