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Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

viernes, 1 de septiembre de 2017

El mar de fuego y el guardián del cielo

La paz murió súbitamente con un bramido:
se acerca una guerra
y las tierras que una vez descubrimos
ahora nos toca defenderlas.

Intrusos, traidores y demás arpías buscan
colapsar mi vasto reino.
Puede ser que yo propiciara la lucha,
pero ahora me toca vencerlos.

Hordas masivas asedian todo lugar
que no pude defender.
Me lanzo desde los cielos para luchar
me lanzo para vencer.

Defensores del cielo, mártires terrenales,
duele paisaje tan oscuro.
Duele ver un contraste semejante:
cientos contra solo uno.

Impacto contra el suelo y saco mi cayado,
si tan solo toda la gran magia
pudiera ayudarme contra los malvados
que quieren ver caer mi patria.

Lluvia de hechizos contra un enemigo
hastiado de mi existencia.
Defensa estoica contra lo nunca acontecido:
el resurgir de mi esencia.

Un mar de fuego toma el campo de batalla
y, de dentro de ese infierno,
sale mi fuerza para tomar la revancha
y recuperar mi reino.

Chispas atraviesan el cielo, pareciendo
una bella lluvia de estrellas.
Me protejo, ataco, voy ganando terreno
con fuego dejando una estela.

Sus filas diezman ante el gran fragor
del poder de mi magia.
Fuego, agua, truenos dan color
a  tremenda hazaña.

Surco el cielo, esquivando sus ataques,
disparo, me defiendo.
Ellos buscaban aquí una masacre,
creo que se confundieron.

En el abismo de mi reino, los restos
de la tropa enemiga.
Planean un contraataque directo
para dejarme sin vida.

Defensores del cielo y solo por hoy,
vencedores en la tierra.
en un último ataque, el final, les doy
mi última sentencia.

Las tierras que un día se hicieron mías,
las defenderé para siempre.
Ni brujos, ni orcos, ni nereidas ni arpías:
esta tierra me pertenece.

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