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Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

domingo, 16 de abril de 2017

El imposible y anhelado letargo

Ha pasado un año seguramente
desde la última vez que te escribí.
Han pasado ya varios meses
desde que por última vez fui
a verte a la que era tu morada,
en aquella donde los que te aman
tienen hecho un monumento
para perpetuar tu recuerdo.

No obstante, no pasa un día
en que no recuerde lo aprendido:
todas esas lecciones de vida
que quisiste compartir conmigo
y que dentro de mí guardo.
Mas temo yo ser el encargado
de conservar tu entera esencia,
pues nunca haré justicia correcta.

Eras bueno, demasiado bueno
para pertenecer a este mundo.
Que muere joven solo el bueno
es algo que comprobé seguro.
Y nunca tenemos mucha tregua,
cuando los domingos en la mesa
siempre surge alguna memoria
de tu más que variopinta historia.

Apuesto a que si me vieras ahora,
no estarías del todo satisfecho
viéndome en mis más bajas horas
y sin echarle ese coraje bueno
que tú me enseñaste a mostrar
contra un mundo lleno de maldad.
Como te he dicho hace un rato
para este mundo era demasiado.

¿Te cuento una vez más un secreto?
Anoche, mientras buscaba dormir,
comprendí que te echaba de menos
cuando de la nada me acordé de ti.
Porque es duro andar con la soledad
y no tenerte para poderme aconsejar
Porque aunque vayan cuatro años,
aún creo que solo estoy soñando.

Ojalá mañana me despertara 
y vinieras a comer con nosotros.
Ojalá poder jugar a las cartas
y dar un paseo los dos solos.
Ojalá volver atrás y coger mi tiempo
y llenarlo contigo de grandes momentos.
Que sigo siendo ese débil niño,
que te quiere y llora el haberte perdido.

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