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Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

martes, 27 de diciembre de 2022

No dejes de cambiar

No, no te confundas:
añoro los viejos tiempos,
pero no te cambiaría por nada.
No quiero que seas más musa
de poemas de sentimientos genéricos.
Quiero que mis versos sean lanzas
que atraviesen tu costado,
que te dejen sin aliento,
que te eleven a los cielos
o que te sostengan en los días malos.

No quiero que seas quien ya fuiste,
no quiero deshacer todos los caminos
que nos pasamos años habiendo recorrido
solo por un fugaz sentimiento de felicidad
que tarde o temprano se volverá a marchar.
No somos química, no somos dogma.
Te quiero a sabiendas de que un día 
puede que me dejes con besos en la boca
que jamás podre poner en tus mejillas,
te quiero con la esperanza de que eso jamás suceda
y que solo la muerte pueda
arrancarme del tacto de tus manos frías.

Así que no te equivoques:
no me gusta que estés triste,
pero se que nada será como antes.
Ni tu ni yo somos los de entonces
ante estos cielos cada vez más grises.
¿Para que ofuscarse en pasados inalcanzables
pudiendo tener aún futuros perfectos?
Te quiero. Tal y como eres ahora, te quiero.
Con tus dudas, con tus miedos,
con esas cosas que me sacan de quicio,
con las nimiedades que tanto me enamoran,
con los días malos y los buenos.

La vida es tan solo un breve suspiro,
mas para nosotros es la mayor de las tormentas,
que viviré rozando tus manos gélidas,
que perderé conquistando tus sonrisas,
que saboreare robándote besos
y que terminaré hambriento de más tiempo
que haber pasado en tu perfecta compañía.
No cambies nunca, cambia por siempre,
crece y deja que crezca a tu lado.
Haz que siga teniendo la suerte
de ver en tus ojos mi mundo a salvo.

sábado, 17 de diciembre de 2022

Por los viejos tiempos

Nos vemos, comemos, charlamos,
nos reímos contando
las mismas historias de siempre.
Nos ignoramos mirando mensajes,
o revisando fugazmente Tik Tok.
Nos vemos cada vez menos veces
y cada vez es menos emocionante
quizás porque hace años que murió la ilusión
y solo quedamos por los viejos tiempos.

Somos la risa sin monologuista
el diván sin el psicólogo,
el cariño sin la atención.
Somos melancolía impositiva
a la que no queremos dar la razón.
No nos queremos, tan solo amamos
a un recuerdo del que no escapamos
y que atesoramos por los viejos tiempos.

Y es que hace ya unos meses,
o unas vidas según a quien me refiera,
que ya no miramos juntos hacia delante
como si ya no nos mereciera la pena.
Quizás ya no seamos novedosos
quizás no seamos ya importantes
quizás nos cansamos los unos de los otros
y nos motivamos para vernos
tan solo por los viejos tiempos.

Las cenas pasaron de veinte a cuatro,
lo opuesto pasó si pensamos en el dinero.
Hicimos excursiones y algún viaje más largo
que ahora son solo vagos recuerdos.
Inauguramos pisos que ahora están vacíos
brindamos por relaciones que no fueron a ningun sitio,
celebramos trabajos que parecían perfectos
y lloramos por conflictos propias del paso del tiempo.
Bailamos, saltamos, reímos, nos abrazamos
nos quisimos como si nunca fuéramos a odiarnos.
Compartimos sueños, seguimos consejos,
libramos batallas siendo compañeros
frente a otros que nos renegaron
y de los que ahora no nos diferenciamos.
 
Vuelvo a casa charlando con un amigo
y me doy cuenta de cómo pasa la vida
y de cuántos solíamos ser y de los que ahora quedan
cuando nos sentamos juntos en una mesa.
Crecer muchas veces tiene sus ritmos
y suele dejar muchas heridas.
Y aunque no todos cumplen la norma,
poco a poco me rodeé de muchas personas
que viven solo de los viejos tiempos.