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Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

jueves, 26 de noviembre de 2020

Condena mundana

Intentando entender el mundo una vez más,
me doy cuenta que no lo tengo claro,
que no me tengo claro,
que no sé en lo que destaco
y me sé demasiado bien
en lo que fracaso.

Sigo un día más soñando con lugares
en los que poder perderse,
en los que poder perderme,
pero siempre se vienen a mi mente
lugares ficticios y mágicos
lugares, obviamente, inexistentes.

Años esforzándome en escaparme,
ya fuera yendo,
ya fuera trayendo
las realidades que mi pensamiento
fue poco a poco atesorando
y que llevo años escribiendo.

Pero, año tras año, estoy más lejos,
de lo que una vez estuvo cerca,
de lo que una vez fue mi cerca
contra las macabras fuerzas
de un mundo que creí que brillaba
y cuyo brillo era fulgorosa decadencia.

Así que, a diferencia de otros,
no puedo escapar
pues no quiero escapar
porque no habrá ningún lugar
en toda la faz de la Tierra
en el que pueda vivir en paz.

Así que aquí estoy un día más,
tristemente reflexionando,
tristemente condenado
a un mundo que estará buscando
siempre la mejor manera
de hacer que me sienta desdichado.

Y quizás eso responda a mis dudas:
asumir mi condena
es asumir mi fortaleza
y seguramente el día que me muera
muera aún pensando en Amarok
pero sin haber dejado de dar guerra.

domingo, 15 de noviembre de 2020

Vastaguardia

Cierra los ojos y respira:
siente mi frente pegada a la tuya
y mi mano rozando tu mejilla
siente como clavas
tus piernas en las mías
mientras me abrazas.

Cierra los ojos y recuerda:
este momento que se desvanece
conforme se crea.
Nunca olvides este momento,
piensa en todo lo que quieras
pero jamás olvides esto.

La vida se pasa y nos morimos.
Las oportunidades se marchitan
y los pensamientos negativos
se amontonan crueles.
No todos los días serán domingo,
ni siquiera serán jueves.

Pero te pido, si quieres,
que no olvides que siempre tendrás
mi frente pegada a tu frente
y mi mano rozando tu mejilla
estemos separados por un mar
o estando tan solo a una micra.

Cierra los ojos y respira:
la vida tendrá días maravillosos
pero también días de agonía.
Días donde no tengas dudas
de que eres la luz de mi vida
días donde no tengas certeza alguna.

Cierra los ojos y no temas:
no todos los días seré perfecto,
pero intentaré ser el centinela
de tu sonrisa y tus esperanzas,
seré tu compañero, tu fortaleza,
tu abrigo, tu escudo, tu lanza.

Por eso te pido, si quieres,
que no olvides que siempre tendrás
mi frente pegada a tu frente
y mi mano rozando tu mejilla
estemos separados por un mar
o estando tan solo a una micra.

Cierra los ojos y respira:
puede que el mañana me tenga
lejos de tus manos frías
y del calor de tus besos,
pero que aun así percibas
todo el amor que te profeso.

Ahora abre los ojos y mira:
mi frente sigue pegada a la tuya
y mi mano aún roza tu mejilla.
Todo cambia en el mundo,
pero este momento hecho poesía
podría ser por siempre tuyo.

Así que si te sientes derrotada
y has dado ya tu último esfuerzo,
recuerda tan solo estas palabras:
cierra los ojos y respira,
mi frente está pegada a la tuya
y tendrás mi mano rozando tu mejilla.

domingo, 8 de noviembre de 2020

Voces bonitas

Reviso Instagram con indiferencia, 
publicación tras publicación,
hasta que mi automatismo cesa:
María está cantando una canción.
Me acuerdo de mis días bioquímicos
cada vez con un toque más místico
y me acuerdo de ella y de Nuria
y sus voces llenas de dulzura
que uno adoraría oír a diario
y jamás acabando harto.

Asocio ideas a la par que versos,
y a María se le unen en mi cabeza
las voces que algunas noches deseo
volver a escuchar casi tan cerca
como la vez que lo hice
en estos recuerdos tristes.
Fascina el poder que guarda Beatriz
cuya voz siempre me hacía feliz.
Me asombra el recuerdo de Sara
cantando a Nena Daconte como si nada.

Guardo aún audios que me mandó Irene
y que son mis versiones favoritas
de canciones que oí un millón de veces.
Pienso en la ironía de la cercanía
de la voz de mi querida Amparo
y como pese a todo la extraño
más aún que todas las demás.
Quizás porque pude cantar
con ella sin sentir ninguna vergüenza
y prendido por las letras.

Pienso en las ganas de volver a oír
la voz de Clara llena de gallardía.
Pienso en la calma que me hace sentir
la voz de Sara recitando poesía.
Pienso en la voz de mi madre,
cargada de felicidad radiante,
intentando regalarme sonrisas
incluso en los peores días.
Pienso en el coro en el que nunca canté
y en los que jamás lo volveré a hacer.

Pienso en la voz de Laura cantando,
calmándome en plena pandemia
y como, recostado en su regazo,
la vida este año me pareció bella
aunque fueran solo unos minutos.
Tan solo setenta y cuatro segundos
cantó hoy María y vino esta tormenta:
miro viejos vídeos de otras eras,
charlo con Amparo sobre mi nostalgia
y pienso si María se sentirá extrañada
si leyera algún día este poema.