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Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

lunes, 31 de agosto de 2020

Viejas conversaciones

Echo de menos las noches
en las que se podía hablar.
Recuerdo las conversaciones
tan divertidas que surgían
cuando la cama te esperaba
Y tú la evitabas con una sonrisa.

Recuerdo los días antiguos:
la era del Messenger,
comentar mi show favorito
con el bueno de Alberto
o enredarme sin problema
conversando con Andrea.

Recuerdo el salto tecnológico
y las nuevas excusas:
Alicia con su proceder caótico,
Amparo y nuestras ralladas,
pero la reina de las noches
acabó por ser Clara.

Llenando mi mundo primitivo
de sus curiosas vivencias
Clara forjó para sí un destino
en el que jamás la querría perder.
Conversaciones infinitas
con las que aprender más de la vida.

Llegaron después más personas,
nuevas conversaciones
y con luchas por otra corona
que jamás Clara iba a poseer.
Noches que quisiera olvidar,
pero jamás de lo jamases podré.

Y poco a poco, el tiempo apremia
y cada año un poquito más.
Compañías, ya sean viejas o nuevas,
en las que ya no se sostiene
la palabra más allá de la una
por pena que eso me produzca.

Cosas de la edad, de la rutina,
de los dolores del pecho.
Querer hasta morir a Alicia,
pero no poder aguantar su ritmo
o no encontrarnos nunca
en un tempo que sea el mismo.

Cosas de la edad, de la rutina,
del pesar de mantenerse vivo.
Clara inmersa en la medicina.
Sé que será una doctora estupenda
y cuento vorazmente los meses
para charlar con ella físicamente.

Cosas de la edad, de la rutina,
de las oscilaciones caóticas del vivir.
Amparo y yo tenemos aún días
y noches para rayarnos con problemas.
Y ambos confiamos en que esto
siga sucediendo nuestra vida entera.

Cosas de la edad, de la rutina,
de las idas y venidas extrañas.
Sara cada día es más intensita
y seguro que algún día es capaz
de decirme que es lo que me pasa
para escribir sobre cosas tan raras.

Cosas de la edad, de la rutina,
de las decisiones irreversibles.
Hay palabras y personas malditas
y que viven ahora en mi recuerdo
porque no hay charla pendiente
ni un posibles reencuentro.

Echo de menos las noches
en las que se podía hablar.
Las infinitas conversaciones,
semilla de las mejores cosas
que en la vida me pudieron pasar
y que algunas noches ociosas
tiendo a añorar.