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Vivero de poemas de toda una vida y de las de aquellos que pasaron cerca. Libre de prosa desde el 2012. Antiguamente, Poesías de una Noche de Verano

viernes, 14 de junio de 2019

La bienvenida

Bienvenida,
palabra amable por excelencia,
bendecida y socorrida,
sin necesidad de ser pronunciada
pues se ve en los gestos
reconstruyendo realidades,
sumas de nuevas ilusiones.

Debe ser el olor a verano
que ya desencadena conciencias nostálgicas,
que ya se vale de ellas
para releer páginas viejas
y buscar nuevos significados.

Mea culpa,
golpe de pecho,
laceración del corazón.
Tardé un tiempo en entenderlo,
pero lección asimilada.
Puede que perdieras una batalla,
pero al final ganaste la guerra.

No te preocupes,
guardaré los momentos,
las instantáneas sin flashes,
pero el futuro dicta que es el tiempo perfecto
para volver a comernos las calles.

Porque aprendí ya
a respetar nuestros silencios.
Ahora ya podemos
volver a pasar tardes enteras
confesándonos secretos.

Que espero que podamos ser
de nuevo el recíproco refugio
y nuestros poemas, nuestro subterfugio.

Sobre todo,
te aseguro que
no te dejaré marchar
de igual forma
que espero que no te vayas jamás.

E, incluso con todo,
nos decimos hola de nuevo.
Bienvenida de vuelta, te he echado de menos.

domingo, 9 de junio de 2019

El viaje a Avgiduil VI

Salgo de la ciudad laberinto
y llego a un acantilado, donde una isla
se ve imponente y solitaria
como si fuera el final del camino.

Mis miedos se presentan
delante mía e intentan detenerme,
vendiéndome la mentira
de que agoté toda baza buena.

Meses y meses de batalla,
meses de ver cómo la tormenta sigue.
Pero mis miedos no saben
que siempre guardo un as en la manga.

Los tiempos han cambiado
y no soy el señor de mi preciado tiempo.
Que lucho en vano sin saber
que mis minutos están ya determinados.

Que la única magia restante
no es el agua que fluye ni el fuego feroz.
Que ahora soy un huracán
de energía positiva y recalcitrante.

Que soy un legado en curso
de ser cumplido. Los sueños y esperanzas
de aquellos antes de mí
son mi aliento, mi causa y mi impulso.

Por eso venzo mis miedos,
recupero las fuerzas y mi vida se vuelve
huracanada y luminosa,
mientras logro volver a alzar mi vuelo.

La última isla sabe a verano,
es pequeña, es muy verde, con las vistas
del vasto mar alrededor
y, en el centro, con un hermoso naranjo.

Los viejos mundos sucumben
y los paradigmas de mi magia innata
sufren una revolución total
que me hace acercarme a las nubes.

Sentado bajo el naranjo
comprendo que volar no era el fin,
sino el comienzo:
la clave es llegar al punto más alto.

Y ahora, con un mundo
lleno de posibilidades y misterios,
recupero las fuerzas
para llegar donde mi miedo nunca pudo.